El ordenamiento
jurídico también siente los efectos de la globalización y se ve en la necesidad
de uniformizar y simplificar procedimientos y regulaciones nacionales e
internacionales con el fin de mejorar las condiciones de competitividad y
seguridad jurídica, además de universalizar el reconocimiento de los derechos
fundamentales de ciudadanía. En la cultura se caracteriza por un proceso que
interrelaciona las sociedades y culturas locales en una cultura global (aldea
global), al respecto existe divergencia de criterios sobre si se trata de un
fenómeno de asimilación occidental o de fusión multicultural. En lo tecnológico
la globalización depende de los avances en la conectividad humana (transporte y
telecomunicaciones) facilitando la libre circulación de personas y la
masificación de las TICs y el Internet. En el plano ideológico los credos y
valores colectivistas y tradicionalistas causan desinterés generalizado y van
perdiendo terreno ante el individualismo y el cosmopolitismo de la sociedad
abierta. Mientras tanto en la política los gobiernos van perdiendo atribuciones
ante lo que se ha denominado sociedad red, el activismo cada vez más gira en
torno a las redes sociales, se ha extendido la transición a la democracia
contra los regímenes despóticos, y en políticas públicas destacan los esfuerzos
para la transición al capitalismo en algunas de las antiguas economías
dirigidas y la transición del feudalismo al capitalismo en economías
subdesarrolladas de algunos países aunque con distintos grados de éxito.
Geopolíticamente el mundo se debate entre la unipolaridad de la superpotencia estadounidense
y el surgimiento de nuevas potencias regionales, y en relaciones
internacionales el multilateralismo y el poder blando se vuelven los mecanismos
más aceptados por la comunidad internacional.
La globalización
es un proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que
consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos
países del mundo unificando sus mercados, sociedades y culturas, a través de
una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un
carácter global. La globalización es a menudo identificada como un proceso
dinámico producido principalmente por las sociedades que viven bajo el capitalismo
democrático o la democracia liberal y que han abierto sus puertas a la
revolución informática, plegando a un nivel considerable de liberalización y
democratización en su cultura política, en su ordenamiento jurídico y económico
nacional, y en sus relaciones internacionales.
Este proceso originado en la Civilización Occidental y que se
ha expandido alrededor del mundo en las últimas décadas de la Edad
Contemporánea (segunda mitad del siglo XX) recibe su mayor impulso con la caída
del comunismo y el fin de la Guerra Fría, y continúa en el siglo XXI. Se
caracteriza en la economía por la integración de las economías locales a una
economía de mercado mundial donde los modos de producción y los movimientos de
capital se configuran a escala planetaria (Nueva Economía) cobrando mayor
importancia el rol de las empresas multinacionales y la libre circulación de
capitales junto con la implantación definitiva de la sociedad de consumo.
El término proviene del inglés globalization, donde global
equivale a mundial. Por eso, hay quienes creen que el concepto más adecuado en
castellano sería mundialización, derivado del vocablo francés mondialisation.
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